domingo, noviembre 19, 2006

Hakone y Shinjuku

¡Qué cansado fue el viaje hasta Hakone! Desde Shinjuku casi dos horas de pie, en un tren lleno de gente y con la moral bajo mínimos al ver cómo el cielo despejado de Tokyo se poblaba de nubes a medida que nos acercábamos a nuestro destino.



En la estación de Hakone-Yumoto hacemos la pimera parada y cambiamos a un tren de cremallera que nos sube hasta Gora, a unos 550 metros sobre el nivel del mar. Son dos vagones abarrotadísimos. A veces podemos ver la grandiosidad del paisaje entre los huecos que dejan los árboles.



En Gora nos espera un vagón de cable que nos acerca hasta el primer punto de verdadero interés del viaje: el teleférico. En esta época del año la vereda se colorea con rojos intensos, amarillos más apagados y verdes perennes. Todas las tonalidades posibles se dan cita allí.

La vista desde el funicular es asombrosa. Qué pena que las nubes cubrieran el cielo. ¡En los días claros se puede ver el monte Fuji tan cerca! Pero a pesar del gris uno puede intuir la hermosura de aquel lugar en un día soleado de otoño.



La mayor sorpresa de todo el viaje llega al alcanzar la cima de la ladera. Los bosques desaparecen y nos asalta un paisaje anaranjado, lleno de fumarolas. Es el volcán de Owakudani.



Caminamos por la zona advertidos de que no es recomendable pasar mucho tiempo allí. A pesar de lo nocivo de los gases una multitud se reúne en las chimeneas. Tantas fotos, miles de vídeos. El olor es sulfúrico, casi insoportable.



Y por supuesto probamos los famosos huevos de Owakudani. Son huevos cocidos en estas aguas bullentes que les dan un característico color negro a la cáscara.



El recorrido recomendado nos sugiere bajar desde los 1050 metros hasta el lago Ashi. El cable está siendo reparado, así que hacemos el trayecto en autobús. El lago no es especialmente llamativo sin el reflejo del Fuji. Un barco horriblemente hortera nos lleva desde una orilla (Togendai) a otra (Hakone Machi) y nos sirve para captar alguna foto.



Son las 16.30h. Está anocheciendo. Casi sin luz nos damos un paseo por un camino boscoso y descubrimos el hermosísimo sendero entre Hakone Machi y Moto Hakone. Se trata de un camino escoltado por cedros enormes plantados en la época Edo hace ya más de 300 años. Su objetivo era proteger al emperador del sol y de la nieve.



Ya sin luz volvemos a Hakone-Yumoto. En el autobús le sugiero a Jesús ir a un onsen en el pueblo. Al principio tiene dudas. No sabe cuál es la naturaleza de esos sitios, pero finalmente se anima y puede comprobar que se trata de un lugar muy tradicional japonés, familiar. Durante media hora nos relajamos en aguas calientes que al secarnos dejan la toalla anaranjada. Todo por 900 yen.

La vuelta a Tokyo se hace más corta, quizás por el breve sueño que disfrutamos por esa mecedora que es el tren. En Shinjuku decidimos cenar "shabu shabu" en el restaurante Ibuki. La carta sólo tiene dos platos: shabu shabu y suriyaki. La propietaria habla muy bien inglés y nos muestra cómo se prepara la carne cruda en el agua hirviendo con verduras.



Durante toda la cena nos divertimos preparando la ternera con los palillos y diciendo "shabu shabu"...Está delicioso con la pasta de sésamo y la vinagreta de soja. Por último nos bebemos el caldo sobrante en un cuenco.



Merecemos un descanso.

3 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

Hola Coronel; ya he puesto la foto que te dije de fondo de escritorio, da mucha envidia tu viaje, mucha mucha, bueno lo de los trenes abarrotados no tanto, aunque claro aquí también están abarrotados en hora punta. Y creo que aún no hay más empujadores que los viajeros....
Me gustaría que siguieras ilustrandonos con tus experiencias y con nuevas fotos para poner de escritorio y podernos pasear por Hakone Machi o donde quieras llevarnos. Un saludo.

10:45 p. m.  
Blogger Bosco ha dicho...

A mi lo que me gusta es la narración tan detallada que haces!
Eso de escribir día a día es la bomba.
Porque plasmas todos los recuerdos.
David, podemos hacer un tour por oriente viendo a ver si hay o no suficientes Starbucks en cada ciudad para decidir si vuelves o no la próxima vez.

5:16 p. m.  
Blogger Marquesa Azul ha dicho...

Sí, precioso todo. Dan ganas de estar allí, de verdad. Especialmente en este post. Lo de los árboles plantados para proteger al emperador del sol y la nieve me ha encantado. Lo del ambiente familiar en el onsen de aguas anaranjadas, y el restaurante Ibuki mientras os enseñan cómo se prepara la carne al estilo tradicional, suena muy evocador.

La próxima vez no te diré que no, coronel, I advise!!!!!

4:10 p. m.  

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