domingo, noviembre 26, 2006

Kabuki-za (Teatro Kabuki)

Ya tengo mi entrada para una representación de Kabuki en el Kabuki-za de Ginza el próximo 2 de diciembre. Según tengo entendido se trata de teatro musical japonés. El programa es el siguiente:

"SHINREI YAGUCHI NO WATASHI (The Crossing at Yaguchi) (4:30pm - 5:40pm)

Young Ofune is an obedient daughter to her evil father Tombei who is the keeper of a river crossing until she meets a handsome fugitive and falls in love. Unfortunately, her father wants to capture the fugitive for a reward and Ofune can only save his life by sacrificing her own. Starring Living National Treasure Tomijuro as Tombei and young Kikunosuke as Ofune.

DEBAUCHI OTAMA (Knife-Throwing Otama) (6:15pm - 7:25pm)

The novelist Ikenami Shotaro (1923-1990) is well known for his tales of Edo magistrates and assassins, but was also a playwright. This play shows the life and loves of Otama, a spirited woman who is skilled at throwing knives. Starring Living National Treasure Kikugoro as Otama.

MOMIJIGARI (The Demoness at the Autumn Foliage Party) (7:45pm - 8:50pm)

One of the most beautiful and spectacular dance plays in the kabuki repertory. A great general (Shoroku) is traveling through the mountains while the autumn leaves are at their height. Mysteriously, a princess (Ebizo) invites him to join a party and all drink and celebrate. In fact, this princess is a demon and is waiting for the moment when the general will fall asleep and she can attack. Featuring the young star Ebizo in a play from his family's tradition, which will be presented in Paris in 2007."



Son casi 4 horas y media (incluyendo descansos). Espero que me guste.

sábado, noviembre 25, 2006

Nikko

A un par de horas del centro de Tokyo se encuentra el idílico Nikko. Al abandonar el tren encontramos un paisaje de ensueño, con montañas nevadas al fondo y bosques amarillos, verdes y rojos.

No hay una nube en el cielo y el frío es intenso.



El autobús nos sube a la zona donde se encuentran los templos. Nikko es un lugar sagrado desde mediados del siglo VIII, cuando el monje budista Shodo Shonin construyó una ermita en el lugar.



Tosho-gu es el centro de la zona de santuarios de Nikko y cerca de él hay varias construcciones como Rinno-ji, Tosho-gu, Futasaran Jinja y otros.



La multitud se congrega tanto fuera como dentro de los templos. En el interior se celebran actos religiosos para los que es necesario descalzarse antes de arrodillarse en el tatami.



Después de visitar Nikko es casi imposible volver a casa sin un recuerdo. Todos los templos tienen varios puestos donde por cientos o miles de yenes se venden amuletos de la buena suerte. Para unos se trata de un negocio, para otros es una parte indispensable del culto.

En uno de los templos pedimos humildemente que los dioses nos sean propicios agitando una cuerda.



Sin duda lo que más recordaremos de Nikko es el entorno. Cedros gigantescos nos vigilan desde lo alto.



Terminamos la visita del último templo con la sensación de que aquellos templos no asombran. Quizás los primeros monjes fueron conscientes de que la naturaleza de aquel lugar no sería nunca superada.



Regresamos a pie hacia la estación de tren. En el camino encontramos el famoso puente rojo que cruza el río Daiya. En realidad se trata de una reconstrucción del original del siglo XVII.



El puente es conocido por ser el lugar exacto donde, según la leyenda, el primer monje budista Shodo Shonin atravesó el río a lomos de dos enormes serpientes.



En definitiva, nunca olvidaremos el otoño rojo de Japón.



Jovencitas japonesas juegan a los aros en un templo de Nikko

http://www.youtube.com/watch?v=CoFGx2NoZYM

viernes, noviembre 24, 2006

Cena en el Park Hyatt Hotel de Tokyo

Espera. Antes de leer estas líneas pon la canción de Norah Jones "Come with me".

Ahora imagina que estás cenando en un restaurante de la planta 52 en un hotel de lujo con las mejores vistas de Tokyo.



Imagina que hay una cantante de jazz en el bar con su grupo tocando en directo y que los cubiertos son de plata.



Ahora imagina que la luz es tenue, que los techos son enormes y que el ambiente es acogedor, muy íntimo.



Es el famoso restaurante de la película "Lost in Translation". Anoche cenamos allí.

jueves, noviembre 23, 2006

Santuario de Meiji

Hoy es fiesta en Japón.

Esperábamos lluvia y el día amaneció gris. Agarré el paraguas, cogí el hatillo de los domingos y salí a dar un paseo por el santuario de Meiji.

El santuario se esconde en un parque-bosque cuya entrada está delimitada por un enorme Torii.



El paseo por las avenidas relaja el ánimo.



Pronto aparecen los primeros puestos de flores.



Dentro del recinto del santuario pequeñas tablas de madera llamadas "Ema" se arraciman prendidas con hilos. Cada tablilla pertenece a una persona que ha escrito allí su mayor deseo. Los monjes trasladan estas peticiones cada mañana en una ceremonia llamada "Mikesai".






Cumplo con mi promesa y dejo allí el deseo de una amiga.



He añadido un par de vídeos grabados dentro del santuario para los que sean curiosos de las tradiciones religiosas japonesas.

Cortejo nupcial

http://www.youtube.com/watch?v=BBWkAOLJbKk

Lanzamos una moneda y pedimos buena suerte a los dioses

http://www.youtube.com/watch?v=vaWPg_VYTFs

domingo, noviembre 19, 2006

Hakone y Shinjuku

¡Qué cansado fue el viaje hasta Hakone! Desde Shinjuku casi dos horas de pie, en un tren lleno de gente y con la moral bajo mínimos al ver cómo el cielo despejado de Tokyo se poblaba de nubes a medida que nos acercábamos a nuestro destino.



En la estación de Hakone-Yumoto hacemos la pimera parada y cambiamos a un tren de cremallera que nos sube hasta Gora, a unos 550 metros sobre el nivel del mar. Son dos vagones abarrotadísimos. A veces podemos ver la grandiosidad del paisaje entre los huecos que dejan los árboles.



En Gora nos espera un vagón de cable que nos acerca hasta el primer punto de verdadero interés del viaje: el teleférico. En esta época del año la vereda se colorea con rojos intensos, amarillos más apagados y verdes perennes. Todas las tonalidades posibles se dan cita allí.

La vista desde el funicular es asombrosa. Qué pena que las nubes cubrieran el cielo. ¡En los días claros se puede ver el monte Fuji tan cerca! Pero a pesar del gris uno puede intuir la hermosura de aquel lugar en un día soleado de otoño.



La mayor sorpresa de todo el viaje llega al alcanzar la cima de la ladera. Los bosques desaparecen y nos asalta un paisaje anaranjado, lleno de fumarolas. Es el volcán de Owakudani.



Caminamos por la zona advertidos de que no es recomendable pasar mucho tiempo allí. A pesar de lo nocivo de los gases una multitud se reúne en las chimeneas. Tantas fotos, miles de vídeos. El olor es sulfúrico, casi insoportable.



Y por supuesto probamos los famosos huevos de Owakudani. Son huevos cocidos en estas aguas bullentes que les dan un característico color negro a la cáscara.



El recorrido recomendado nos sugiere bajar desde los 1050 metros hasta el lago Ashi. El cable está siendo reparado, así que hacemos el trayecto en autobús. El lago no es especialmente llamativo sin el reflejo del Fuji. Un barco horriblemente hortera nos lleva desde una orilla (Togendai) a otra (Hakone Machi) y nos sirve para captar alguna foto.



Son las 16.30h. Está anocheciendo. Casi sin luz nos damos un paseo por un camino boscoso y descubrimos el hermosísimo sendero entre Hakone Machi y Moto Hakone. Se trata de un camino escoltado por cedros enormes plantados en la época Edo hace ya más de 300 años. Su objetivo era proteger al emperador del sol y de la nieve.



Ya sin luz volvemos a Hakone-Yumoto. En el autobús le sugiero a Jesús ir a un onsen en el pueblo. Al principio tiene dudas. No sabe cuál es la naturaleza de esos sitios, pero finalmente se anima y puede comprobar que se trata de un lugar muy tradicional japonés, familiar. Durante media hora nos relajamos en aguas calientes que al secarnos dejan la toalla anaranjada. Todo por 900 yen.

La vuelta a Tokyo se hace más corta, quizás por el breve sueño que disfrutamos por esa mecedora que es el tren. En Shinjuku decidimos cenar "shabu shabu" en el restaurante Ibuki. La carta sólo tiene dos platos: shabu shabu y suriyaki. La propietaria habla muy bien inglés y nos muestra cómo se prepara la carne cruda en el agua hirviendo con verduras.



Durante toda la cena nos divertimos preparando la ternera con los palillos y diciendo "shabu shabu"...Está delicioso con la pasta de sésamo y la vinagreta de soja. Por último nos bebemos el caldo sobrante en un cuenco.



Merecemos un descanso.

viernes, noviembre 17, 2006

Reunión con el cliente e Izakaya

Hoy hemos tenido nuestra primera reunión con un cliente en Japón. En primer lugar hay que decir que el idioma oficial es el japonés, así que contratan una traductora para cada ocasión. Antes de comenzar nos colocamos los auriculares y al llegar la comitiva del cliente comienzan las reverencias. La reunión dura unas 2 horas en un ambiente muy relajado.

Después de las obligadas reverencias de despedida decidimos tomar unas cervezas y comer algo en un "izakaya". Es muy popular finalizar la jornada laboral con los compañeros de trabajo en esa especie de bar-taberna al estilo japonés. Casi un litro de cerveza y sashimi, yakitori, ensalada, sopa de miso y otros platos típicos japoneses. Antes de salir tomamos esta foto.

Shinagawa

El intercambiador de tren de Shinagawa es un espectáculo apabullante en plena hora punta. Varios edificios de oficinas se reúnen en torno a la estación y miles de trabajadores salen de los diferentes trenes formando un cortejo faraónico que se dirige perfectamente alineado hacia una de las salidas.



Hoy nos hemos dejado llevar por la marea humana hacia la estación del Shinkansen. La foto del último modelo Nozomi 700 está tomada en la estación de Shin Yokohama.

jueves, noviembre 16, 2006

¿Quieres, Coronel?

Japón nos sorprende todos los días. Esta vez no ha sido el Shinkansen, la música de las estaciones de metro o el vestuario de las japonesas. Esta vez ha sido algo tan habitual como un plato de comida. Hoy he probado "unagi" (anguila). Y la verdad es que el sabor no es tan exótico como el animal. Recuerda mucho al emperador.

miércoles, noviembre 15, 2006

Desde la oficina

Esta mañana nos levantamos con el cielo despejado y un sol radiante. Así que decidí probar suerte y cogí la cámara para hacer unas fotos al Monte Fuji desde la oficina de Ericsson. Subimos a la planta 17, pero lamentablemente las nubes ya cubrían la cumbre, así que me acordé de mi amigo Salao y tomé una foto del estadio de fútbol de Yokohama donde se celebró la final del Mundial 2002.

¡Qué grande habría sido viajar a Japón en esa época y ver la final en directo!

lunes, noviembre 13, 2006

Ginza

Anoche dimos un paseo por la zona de Ginza, la más cara de Tokyo. Allí se encuentran las tiendas más exclusivas. Bulgari, Gucci, Prada o Tiffany han elegido amplios locales decorados con mucho glamour.

Pero el motivo de nuestro paseo no era dejarnos el sueldo de un mes en un anillo. Queríamos ver una ceremonia menos conocida, un ritual que describe al Japón más tradicional. Hombres de negocios impecablemente trajeados abandonan sus coches de lujo en la puerta del Sapporo. El chófer aguarda en el vehículo las horas necesarias. En la puerta del hotel el hombre es acompañado por una geisha hacia el interior. Son muchachas bellísimas, vestidas primorosamente. Cenan, conversan y el hombre de negocios encuentra en ella una confidente para sus miedos, una mujer con la que desinhibirse. Esto nunca sería posible con su esposa. Al llegar las 23-23.30h se les puede ver salir juntos por la puerta principal hasta que ella lo despide poco antes de que él suba al coche conducido por un chófer.

Aquí en Japón las esposas no gozan del mejor trato, aunque entre los jóvenes esta situación está cambiando. Uno puede ver grupos de mujeres adultas riendo en la calle, intercambiando confesiones, pero pocas veces esto ocurre cuando el marido se encuentra presente. Aquí en Japón la mujer debe salir siempre después que el hombre (por ejemplo, en un ascensor), preparar el café o el té en la oficina para todos y otras situaciones que en Occidente se considerarían altamente machistas.

El motivo nos lo explicó una joven japonesa mientras comíamos sashimi. Nos dijo que el japonés no puede ser amable con una mujer porque en caso de que un chino presenciara la escena éste pensaría que está por encima del japonés. Es surrealista, pero el honor es aún un concepto altamente valorado aquí. Personalmente me importa más lo que piense mi mujer que lo que pueda llegar a opinar un chino.


Noche en Yokohama

Para terminar el día decidimos subir al edificio más alto de Tokyo-Yokohama, en plena bahía de Yokohama. Por 1000 yen el ascensor más rápido del mundo nos lleva a una velocidad de 750 metros por minuto hasta una altura de 273 metros. Desde allí las vistas en 360º son espectaculares. La noche era clara y pudimos distinguir la Tokyo Tower al fondo.


Un día en Kamakura

El viaje a Kamakura desde Hamamatsucho dura poco más de una hora en tren. Nos dirigimos hacia el sur, en plena costa del Pacífico, a unos 50 kms de Tokyo.



El recorrido comienza en la estación de Kita-Kamakura. Descubrimos un paisaje donde se funden el océano y verdes montes. Árboles y gruesos bambús se levantan en armonía con templos, lápidas y esculturas de Buda.



Los templos de Engaku-ji y Tokei-ji preparan el camino que luego nos llevará desde Jochi-ji hasta el Daibutsu (Gran Buda). Se trata de un sendero que discurre entre las colinas que rodean Kamakura y que ofrece una vista completa de la costa. El paseo es hermoso y no presenta dificultades.



Casi sin darnos cuenta llegamos a Daibutsu. La escultura en bronce de Buda, descubierta de su antiguo templo por un tsunami, mira al océano en actitud de relajación absoluta.



Hoy es el Kamakura International Festival y hay decenas de puestos donde se enseña a tejer, jugar al Shogi o simplemente disfrutar de un expresso italiano. A pocos metros hombres y mujeres golpean tambores con gruesos palos. Parece un grupo musical japonés tradicional. Mi ignorancia me impide decir mucho más. La foto os ayudará a entenderlo mejor.



Después de comer mucho, muchísimo, en un pequeño restaurante chino camino de la estación volvemos sobre nuestros pasos y visitamos el templo de Hasedera. Es quizás el más hermoso de Kamakura, con una vista inmejorable de la ciudad. Es también el más transitado y el
encanto de sus jardines se diluye entre la multitud.

Asakusa

Era hora de desayunar. Mi compañero Jesús, poco convencido de que el sushi pueda sustituir al café con tostadas, sugiere entrar en un Tully's Coffee de estilo occidental. Allí comentamos tranquilamente nuestra experiencia en el mercado de Tsukiji mientras fuera comienza un intenso chaparrón.

Al abrigo de una tregua de las nubes nos acercamos a los jardines Hamarikyu-telen. Apenas llegamos a la puerta de entrada vuelve la lluvia. Afortunadamente en la propia oficina de entrada venden paraguas por 500 yen y eso nos permite admirar los retorcidos árboles, la casa de té y los estanques.



Muy cerca de allí tomamos el "Water Bus" hacia Asakusa. Son 40 minutos río arriba, con la ciudad de Tokyo en el margen izquierdo. Más preocupados por revisar las fotos de la mañana, apenas prestamos atención a las vistas, nada espectaculares por la cortina de lluvia. En el barco hacemos un nuevo y joven amigo que posa ante la cámara con naturalidad inocente.



En Asakusa descubrimos otra nueva cara de Tokyo. Asakusa es un lugar más recogido, menos vertical y que conserva una atmósfera que recuerda más a un pueblo que a la futurista imagen de Tokyo que todos tenemos.



A través de la Puerta del Trueno entramos en el mercadillo de Nakamise, que sirve de antesala llena de baratijas para el templo Senso-ji.



Este templo conserva una imagen de la diosa Kannon que según la leyenda fue rescatada por dos pescadores en el año 650.



Una multitud entra y sale, arroja una moneda para pedir buena suerte, se baña con el humo del incienso o simplemente observa curiosa los ritos de una religión tan distinta.





Finalmente comemos en el segundo piso de un restaurante cuya planta baja es un bar, la primera planta está orientada a los occidentales y en la segunda sólo encontramos japoneses y anfitrionas vestidas del modo tradicional.

El mercado de Tsukiji

Hoy es sábado. Suena el despertador. Son las 4.30 de la mañana. Nos levantamos muy temprano para ver toda la actividad en el famoso mercado de pescado de Tokyo, el mercado Tsukiji.

Apenas tardamos 20 minutos a pie desde nuestro apartamento, en Hammatsucho. Una vez dentro la primera sensación que uno tiene es la de estar en el camino de todo el mundo. Cientos de personas van de un lado a otro, bien en motocarro, bien andando deprisa. Todo parece seguir un ritmo prefijado, todo perfectamente ordenado en mitad de un aparente caos.



Abandonamos la idea de intentar orientarnos y decidimos perdernos entre los pasillos enmarcados por puestos repletos de pescados, marisco y más animales que no sabría catalogar. Jamás en mi vida había visto algo así. La variedad es infinita.



Pronto encontramos los primeros atunes. ¡Son inmensos!



Algunos son frescos, la mayoría vienen ya perfectamente congelados. Todos ellos pasan por manos expertas que extraen lomos o trocean atunes completos con sierras.



Al salir del edificio principal llegamos a la sala donde se subastan los atunes. La subasta está vedada al turista y sólo podemos ver los últimos atunes aún en el suelo, esperando ser recogidos por los compradores.



Por último, admirados todavía por la inmensidad del mercado, recorremos los cercanos y pequeños restaurantes que ofrecen sushi preparado con el pescado recién llegado.